La pelea de gallos

Algunos sostienen que la riña de gallos es una práctica deportiva que se transmite de generación en generación, un ritual milenario de aves que son agresivas por naturaleza; otros, en cambio, dicen que es un acto sádico, en el que se pone en riesgo la vida de estos animales.

A pesar de que en muchos países están prohibidas por distintas leyes, igualmente se practican con el amparo de otras normativas regionales. A continuación la historia de una actividad plagada de partidarios, como así también de detractores.


El gallo ha estado presente en casi toda la historia de la Humanidad, ya sea como en Irán que espanta todos los males, como en el Código de Manú que es sagrado, como musa inspiradora de artistas, objeto de colección en distintos museos, en millones de monedas, escudos, banderas y cuadros, así como también en el cristianismo entre San Pedro y Jesús.

La palabra gallo proviene del latín gallus. Miles de años antes de nuestra era ya se realizaba la crianza y reproducción de los gallos de pelea. Sin embargo en tiempos pasados tuvieron orígenes en 2 raíces principales que son el Gallus Bankiva y el Gallus Sonerati, ambos de Asia Menor, llamado este último en la India Katukoli.

Fueron generales griegos como Temístocles, quien antes de la batalla de "Salamina", presencio un combate de peleas de gallos en una plaza de Atenas y, aludiendo al valor de sus ciudadanos, preguntó si estaban dispuestos a defender la libertad de la patria, así como morían las aves por el placer de vencer (los griegos no solo expandieron la pasión por los gallos en todos sus dominios, sino también obligaron a sus ciudadanos jóvenes a ver por lo menos una pelea de gallos al año, para aprender de las aves su moral de combate).

En la Antigua Roma los gallos también fueron utilizados para adquirir, entre otras cosas, valentía. La "Biografía de Cleopatra" de Oscar Von Wertheimer, narra que 1 de los pasatiempos de la "bella" y el romano Marco Antonio, eran las peleas de gallos y codornices (paradójicamente, fue Julio Cesar quién introdujo en Roma, y luego en Inglaterra, las peleas de gallos). En esos años la vida transcurría entre la pasión, el amor, la guerra y las peleas de gallos.

Posteriormente, esta práctica fue llevada a América por los conquistadores españoles (cuando los conquistadores desembarcaron en América, muchos de ellos trajeron sus gallos de combate debajo del brazo. Se dice que cuando Hernán Cortes llegó a México, entre las primeras cosas que hizo fue construir su gallinero para criar aves de peleas. No en vano México es la cuna de las riñas de gallos).

Según escritos históricos de la colonia, lo mismo hicieron los jefes de los virreinatos de Perú, donde Doña Inés de Suarez, apasionada de las aves, se dedicó a criar gallos de pelea. Doña Inés, posteriormente compañera de vida de Don Pedro de Valdivia, fundador de Santiago de Chile, siguió promoviendo las peleas de gallos, donde, actualmente, todavía se practican.

Jaulas en donde encierran a los gallos antes del combate

En los Estados Unidos, famosos presidentes eran amantes del juego; George Washington, Thomas Jefferson, Andrew Jackson, y Abraham Lincoln. Hubo un momento en que la Casa Blanca se convirtió en centro para la celebración de peleas de gallos. Incluso fueron sostenidas en los cuartos del comité presidencial.

Las peleas de gallos son legales en la mayoría de países latinoamericanos, así como en Islas Canarias y Andalucía (en el resto de España están prohibidas), y en países de Asia como Filipinas. En muchos otros lugares, las peleas de animales están estrictamente fuera de la ley, basadas en la oposición a las apuestas, la crueldad animal, o ambas.

En Argentina, a pesar de estar prohibidas por una ley nacional que rige desde el año 1954, las peleas de gallos están amparadas por normativas locales que las permiten, tal es el caso de provincias como Tucumán, San Luis y Santiago del Estero. En el país hay cerca de 100 mil “galleros” que se enfrentan con las organizaciones protectoras de animales, que consideran a las riñas como un acto de crueldad.

Germán Valdéz, un gallero de tradición que vive en Tucumán, contó que en su provincia la temporada comienza el 1 de mayo y termina en febrero del año próximo y que se realizan todos los fines de semana y los días feriados. “En Tucumán participan todas las personas aficionadas a este hobby, vienen de otras provincias, y a veces de países vecinos”. Valdéz además dice que es mentira que los animales se mueren en combate y que a los gallos los drogan. “Eso sí -se encargó de aclarar- existe como en todo la excepción a la regla, quienes hacen grandes negocios, pero no son la mayoría”.

Las apuestas empiezan con una base de 80 o 100 pesos, y pueden llegar a los 2.000 o 3.000. Para Valdéz, la riña de gallos al ser algo tradicional como las carreras de caballos, se tendría que autorizar en todo el país. “Los gallos de combate reciben una buena alimentación, se los ayuda con complejos vitamínicos autorizados por algún veterinario, se los entrena con algunos trabajos como la preparación que recibe un atleta, todo esto, para que no se extingan”.

Por otra parte, los miembros de FABA (Fundación Argentina para el Bienestar del Animal) sostienen que es insostenible que un espectáculo de semejante crueldad que se realizaba en el siglo XVIII continúe produciendo miles de muertes de animales por el solo placer de ciertas personas”.

En fin. Con respecto a la pelea de gallos no hay términos medios. O se está a favor: “Si en México se prohíben las peleas de gallos nos vamos a una revolución”, o se está en contra: “No a las peleas de gallos”.

Particularmente no apruebo ningún acto de maltrato animal.

Adieu!.