Museo de la Papa Frita

¿De dónde surgieron las papas fritas?. ¿De Francia como se supone en muchos países, o de Bélgica donde los puestos que venden las “papas a la francesa” – los friteries – forman una imagen típica en las calles?.

Si usted está leyendo este post es porque le interesa saber sobre uno de los grandes enigmas de la humanidad, y hoy aquí trataremos de revelarlo, porque, cuando de papas fritas se trata, todo es historia.

Antes de comenzar el periplo de la fritura vale la pena recordar, a vuelo de pájaro, de donde proviene la papa.Los historiadores coinciden en postular que llegó a suelo europeo por primera vez hacia 1570, tras haber hecho escala en las Islas Canarias. A partir de 1573 este tubérculo originario del Perú apareció en los libros de cuentas del Hospital de la Sangre de Sevilla, que registraba como proveedor al Convento Los Remedios de los Carmelitas Descalzos. Esta orden fue fundada por Teresa de Ávila que conocía la papa y sus bondades alimenticias y curativas gracias a su padre y a sus hermanos que vivían en América Latina. En este claustro vivió también el italiano Nicolas Doria, quien al dejar Sevilla y establecerse en Génova se llevó la papa a la península itálica. Pero fue el obispo Bononi de Vercelli, convencido de las bondades del tubérculo, quien lo introdujo en 1586 en lo que hoy es territorio de Bélgica al ofrecerlo al gobernador de Mons, Philippe de Sivry, quien a su vez lo presentó al botanista Carolas Clusius. Este estudioso originario de Viena fue el autor del primer dibujo de la papa, que data de 1588, y fue quien la describió por primera vez en detalle en su obra "Rarorium Plantarum Historia", editada en 1601. En 1584 la papa hizo su ingreso en Inglaterra, por mano del aventurero explorador Sir Walter Raleigh, quien conoció el tubérculo gracias a Francis Drake.

Una vez diseminada por los países europeos, la papa se insertó con rapidez en la mayoría de los hogares. De esta forma, alivió las grandes hambrunas causadas por la guerra de los 30 años que, desde 1618, desangraba el continente.En Francia la papa era conocida como alimento de pobres y ganado. Tuvo que llegar Antonio Parmentier para cambiar la situación. Este farmacéutico de la Armada Francesa, que conoció el tubérculo mientras estuvo preso en Alemania, se las ideó para difundir su uso en Francia. Se la presentó al rey Luis XVI y obtuvo su autorización para hacer vigilar por soldados los campos de papa que había mandado sembrar cerca de París (pero este cuidado era solo de día. Por las noches las papas quedaban desamparadas y a merced del pueblo que entraba a robárselas. La papa, por lo tanto, fue vista como algo valioso y comenzó a ser apreciada por todos los distintos estratos de la sociedad).
El cultivo y el consumo de la papa se hicieron en Europa cada vez más populares. En Irlanda su implantación prosperó tanto que llegó a convertirse en un alimento indispensable. Hacia 1850 cuando una plaga de mildiu (una enfermedad producida por hongos, que ataca a las plantas con toda su virulencia en verano) arrasó la producción del tubérculo, un millón de irlandeses murieron de hambre y otro millón partieron desesperados a EE.UU.

Alberto Montt

Con respecto al tema en cuestión, el origen de la papa frita, hay que decir que no existen evidencias históricas ni científicas sobre ello. Paul Ilegems, experto en la materia y autor del libro "Los misterios de la papa frita", postula que el primer ancestro de esta forma de consumir el tubérculo andino se remonta al siglo XVI, cuando Teresa de Ávila trataba de curar a enfermos alimentándolos con el tubérculo frito en aceite de oliva.El estudioso del tubérculo apoya también la hipótesis de que el origen de la papa frita, como se la conoce hoy en día, podría encontrarse en el valle del río Mosa en Bélgica. "Los habitantes de esta región solían freír pescaditos para alimentarse. Hacia 1750, cuando los crudos inviernos congelaron el río, los lugareños habrían empezado a freír barritas de papa como alternativa a los pequeños pescados".

Esta es la hipótesis que manejan los belgas y, aunque no pueden tener una certeza a prueba de balas, ellos están convencidos de que la papa frita no es francesa y, desde ya, mucho menos estadounidense (el famoso apelativo 'French Fries' habría sido acuñado por los soldados yanquis cuando en la Primera Guerra Mundial recibieron papas fritas de soldados belgas de la región de Valonia. Como en esa época el francés era el idioma usado por el ejército belga, los norteamericanos las llamaron incorrectamente “papas a la francesa” llevándose ese nombre para sus pagos).

Mientras que la cuna de la papa frita permanecerá oculta, no existe duda alguna sobre el origen de las papitas de copetín, chips o como usted le llame. En 1853, en un restaurante llamado Moon Lake Lodge's, en Saratoga Springs, Nueva York, el chef George Crum, ante las continuas quejas de un cliente que siempre lo recriminaba de no cortar suficientemente finas las papas fritas, decidió darle una lección cortándolas excesivamente delgadas, de manera que no pudieran pincharse con el tenedor. El resultado fue todo lo contrario al esperado y el cliente quedó completamente satisfecho. Pronto todos los clientes comenzaron a pedir aquella nueva y extraña especialidad, a la que bautizaron como Saratoga Chips. El éxito fue creciendo, y en 1920 se inventó la primera máquina mondadora de papas, con lo que las chips comenzaron a ser exactamente como las conocemos hoy día.

En la bella ciudad de Brujas existe el Museo de la Papa Frita. Cédric Van Belle, fundador del Friet Museum, dice, según sus propias palabras, que “es el primer museo del mundo dedicado a las papas fritas y está diseñado para reivindicar el platillo belga por excelencia, incluso me atrevería a decir que las papas fritas son más belgas que los chocolates y las pondría en empate con la cerveza que por siglos han producido nuestros monjes”.

El Museo de la Papa Frita no sólo trata de hacernos saber el origen de las “frites“, “frieten“, “frietjes” o “patatten”, sino que también nos muestra el secreto de la sabrosa receta belga (hay que elegir papas de buena calidad; renovar el aceite con mucha frecuencia y cocinarlas en 2 etapas en aceite a diferentes temperaturas).

Muchas son las curiosidades que presenta este insólito museo entre los que se destacan una colección de más de 400 objetos antiguos que se emplearon en la producción de la papa frita y otra de cerámicas incas del período pre-colombino en forma de batata.
Según sus dueños, es lógico que este delicioso producto frito tenga su museo en Bélgica ya que consideran, sin lugar a dudas, que es originario del país y que forma parte del estilo de vida belga.


En fin, un museo que, Dios y billete de por medio, me encantaría visitar.

Para los adoradores de las "Pringles", acá.

Adieu!!.

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