Cuando Hollywood enterró a Gloria Swanson

"Estoy muy contenta Sr. De Mille, ¿le importa que diga unas palabras?...Gracias. Solo quiero decirles a todos cuanto me alegro de estar en los estudios otra vez. No saben cuánto los he echado de menos. Prometo no volver a abandonarles, porque después de Salomé, haremos otra película y después otra. Es mi vida y siempre lo será... No existe nada más, solo nosotros, las cámaras, y toda esa gente maravillosa en la oscuridad... Sr. De Mille, estoy preparada para mi primer plano". (Gloria Swanson, “Sunset Boulevard”).

Hollywood, la meca del cine, consagró a las más hermosas e increíbles estrellas, catapultó a la fama a miles de actores, y, de la mano de excelsos productores y sublimes directores, enterró y mandó al ostracismo a las glorias del pasado. Hollywood está lleno de ejemplos por todos conocidos, incluso el mismo cine se ha basado en estas historias para hacer películas.

Durante un buen tiempo Hollywood ofreció, a sus intérpretes y realizadores, lujo en exceso, riqueza y ostentación, bajo los cuales pretendían ocultar la soledad y el vacío que reinaba en sus vidas y a la cual se enfrentaban al llegar a su hogar. En el fondo, se trataba de seres débiles, vulnerables e indefensos que contaban con una única familia: el cine (el mismo cine que, al final de sus horas, les quitó su apoyo y su incondicional lealtad. El cine les dio la vida y, como Dios, se la quitó cuando ya no servían, cuando ya no convenían, demostrando así lo efímera que es la fama y lo implacable que resulta el poder de Hollywood). Y una de las grandes divas del cine mudo que sufrió en carne propia el desprecio y el desapego del system hollywoodiense fue la exquisita Gloria Swanson.

Gloria fue la representación máxima del “glamour” en la época del cine silente y una de las mayores fuentes de ingresos para los estudios Paramount gracias a sus sofisticadas comedias dirigidas por Cecil B. De Mille.

De aquel período de esplendor, Swanson recordaba que “el público quería que viviéramos como reyes y reinas. Por tanto, lo hicimos. ¿y por qué no?. Estábamos enamorados de la vida. Ganábamos más dinero del que hubiéramos soñado nunca que existiera y no había ninguna razón para creer que aquello acabaría nunca” (en 1926, la artista llegó a ganar 6500 dólares a la semana, dinero que le permitía llevar una vida costosa y plagada de lujos. Fue la primera estrella del cine vista fuera de la pantalla con diseños exclusivos de sus películas. Pero esto no era suficiente para el glamour que debía ostentar la verdadera diva, así que en la cumbre de su estrellato compraba compulsivamente abrigos de pieles, vestidos, zapatos y sombreros para estar a la última moda. Actrices como Joan Crawford proclamaban que su obligación, en cuanto a estrella y en cuanto americana, consistía en gastar tanto dinero y vivir de forma tan fascinante como pudiera).

Durante los años ´20, su atractivo y su arte se basaban en la expresividad de sus ojos, que casi por sí solos eclipsaron sus cualidades interpretativas. Para conferir su apariencia, Swanson contó con la valiosa ayuda de la novelista inglesa Elinor Glyn, para quien los ojos eran la parte del rostro a la que concedía mayor importancia. De hecho, sus pruebas cinematográficas se limitaban a pedir al artista que se cubriera la cara, a excepción de los ojos con los que debía expresar una emoción.

Cuando llegó el cine sonoro Gloria tenía 30 años. Para amoldarse a los cambios, estudió canto y consiguió adecuar su voz a los incipientes sistemas de grabación. Pero, a pesar de los esfuerzos de la actriz, su época de esplendor parecía haber terminado. Ella, la quintaesencia de un romanticismo tan desaforado como caduco, del histrionismo silente que se esfumó con la expresividad de la palabra, decidió que el cine no merecía su glamour y se abonó a la decrepitud prematura.

Luego de permanecer retirada del cine fue Billy Wilder quién le devolvió su aura en "Sunset Boulevard" (El crepúsculo de los dioses,1950). Esta película le permitió interpretar con un magnetismo sin igual el papel de Norma Desmond, la estrella olvidada del cine mudo (paradójicamente, el director hizo que Gloria estuviera acompañada en la película de un fiel y espectral mayordomo -un secundario que redondeó una obra maestra- que no era otro que el director alemán Eric von Stroheim, el mismo que le brindó a Swanson alguno de sus mejores papeles, además de personajes ilustres del cine mudo como Buster Keaton, Anna Q. Nilsson, H.B. Warner).



JOE: Usted es Norma Desmond. Usted salía en las películas mudas. Usted era grande.
NORMA: Yo soy grande. Son las películas las que se han hecho pequeñas.

La intensidad y grandiosidad con la que pronunció tal frase fue posible gracias a la verdad que esas palabras escondían sobre ella misma.

Su interpretación de Norma Desmond le valió una nominación al premio Oscar a la mejor actriz, y se cuenta que otra diva del momento, Barbara Stanwyck, impresionada y totalmente emocionada, se inclinó para besarle el vestido. La revista Time publicó: “En Sunset Boulevard, lo peor de Hollywood es mostrado por lo mejor de Hollywood”.

La actriz no insistió mucho más en el cine y emprendió una segunda y discreta retirada. Se refugió en apariciones especiales en televisión, en los cuidados faciales y en la nutrición. Gloria tuvo seis matrimonios y, mucho antes que Marilyn Monroe o Daryl Hannah, fue quién inauguró los “affaires Kennedy” al vivir un romance con Joseph Patrick, el patriarca de la familia.
En fin, sólo nos queda el consuelo que nos proporciona una frase citada por el crítico francés Jacques Aumont:

“Tras el fin del cine clásico, no quedan estrellas en la tierra: han accedido definitivamente a su lugar natural, el cielo”.




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